"Trata de matar a mis demonios, y mis ángeles caerán con ellos".

miércoles, 11 de agosto de 2010

Un dulce adiós.....

"Fue un agosto largo y frio. Y encima a usted se le ocurrió llegar de madrugada" le dice ella.

"Si todavía me acuerdo" sentada en una destartalada silla, que hace juego con todo lo destartalado que los rodea. Más la inmensa cantidad de malvones y margaritas, y unas parras añosas. Y esos enormes árboles de nombre guaraní, que ella siempre le dijo que se llamaban pimientos.
Le habla con la misma voz cristalina que él recuerda, que lo arrullaba por las noches. Y esas frases tan únicas, tan suyas. Como ese "m hijito", que suena en esa voz tan única.
Lo mira como miró siempre la vida, como si estuviera siempre frente al mar, con esa mirada que puede traspasar todo, que llega al horizonte. Pero el tiempo es impiadoso hasta con aquellos que tienen coraje.
Su cuerpo se fue achicando, como una duna que ha soportado centenares de vientos, de brisas. Se le ha ido gastando, y con él –también- se le ha ido parte de la memoria, como si también quisiera volar a otros lugares o finalmente descansar.
Repite una y mil veces las mismas anécdotas, y las cuenta con la misma pasión de la primera vez.
"Fue un agosto frío y largo. Y encima a usted se le ocurrió llegar de madrugada" dice de nuevo, y esta vez lo acompaña con una risa suave, casi frágil, como esas flores que nacen en la estepa.
Un mezquino sol les entibia los perfiles, pero a él lo entibia más esa mano que se pasea por las suyas, que suavemente le acomoda los cabellos y le acaricia la espalda.
"Eran tan chicos. Me acuerdo que se dormían conmigo" y la mirada se traslada a otras postales de la vida.
"Pero vio en esta familia los hombres siempre se van. Si hasta el cacique se murió ahora estamos solas" dice recordando aquel perro de pelaje raro y de raza incierta, que llego del sur y que se convirtió en su acompañante más fiel.
Las manos son sarmientosas, como si las parras del patio hubieran tejido nidos en ellas.
"Cuando se va a venir para acá" le dice. Y él no se anima a decirle que nunca. Que esa ciudad es la mejor muestra de la Argentina, que primero te expulsa y que después te añora. Pero que sobre todas las cosas con sus perjuicios: expulsa.
"Algún día abuela...algún día" le miente.
Ella lo sabe. Siempre lo supo. Pero se niega a esa posibilidad. Se acomoda en la sila y lo mira como si fuese un niño. Y el se siente de nuevo un niño. La ve florecer en esas plantas que están en el patio. La huele en las mañanas de invierno, cuando recién despertaba. Está en todas esos mosaicos de su memoria.
La ve peleando con las vecinas resentidas, que le enrostran en la cara que sus nietos son unos "guachos", los únicos de ese tradicional, católico y ortodoxo barrio, donde las miserias se lavaban puertas adentro, cuyos padres no existen, no están.

Las viejas brujas dueñas de esas cuadras, que todo lo veían, veían en esos pibes el mal.
Y ella, allí, defendiendo su castillo, a fuerza de escobazos y saliva.
Ahora la ve con la misma expresión de coraje. De valor, aun cuando los años le pesan tanto que le han encorvado la espalda.
"Usted sabe que esta siempre va a ser su casa. No importa lo que pase usted siempre va a tener un lugar" le dice y una inundación de perlas saladas le arrebata los ojos. La abraza, y partículas imperceptibles de sus almas se funden, porque sólo ellos saben cuantas tormentas han capeado.
Y después de la emoción, se recuesta en la silla con la cara al sol tibio. El, la mira como se va durmiendo, despacito como se van apagando las velas. La besa en la frente, y un largo adiós sacude la estancia como una bandada de pájaros emigrando en primavera.

6 comentarios:

  1. Impresionante como esa cuadra con esas viejas brujas capta tantas cuadras de la republica Argentina. Atrapante historia, pero debo decir que soy creyente del nunca digas nunca, y me cuesta creer que no regresaras jamás a ese lugar si siempre se esta a tiempo. Además hablas de que la ciudad te expulsa con sus perjuicios, yo opino que Choele me expulsa con sus PREJUICIOS, sin embargo no pienso en irme para no volver nunca más, porque siempre existe la posibilidad de que en el futuro me compre un camión cisterna y vuelva a Choele para incendiar gran parte de la ciudad.

    ResponderEliminar
  2. Gracis por invitarme a navegar en tu mar de historias... todo un placer...

    ResponderEliminar
  3. Muy buenas la historia... no se porque me recuerda a la mia... espero que sigas inspirado para seguir deleitandonos con tu literatura...

    ResponderEliminar
  4. Hola Ser, me ha gustado mucho lo que escribes, te felicito, espero leer muchos escritos mas y espero que sea bastante seguido. Muacksss
    Te quiere tu amiga patty

    ResponderEliminar
  5. Solo puedo decir que sos vos, que lo que escribis es simplemente lo que veo en tus ojos, con esa gran capacidad que tenes de plasmarlo en un papel.
    Mil sensaciones juntas al leerte, me parece hermoso.
    Gisela

    ResponderEliminar
  6. Me hiciste llorar hijo de puta...
    Lo mejor de todo es que yo la conocí... y siempre agradeceré que me hayas permitido compartir ese amor que ella le daba a todo aquel que se le acercara con una muestra de afecto para sus cachorros...
    Siempre la recuerdo... y llevo esas imágenes en la memoria...
    Como así también guardo los recuerdos de las putas calles de la puta ciudad... a la que siempre vuelvo, pero jamás para quedarme...

    ResponderEliminar