"Trata de matar a mis demonios, y mis ángeles caerán con ellos".

jueves, 5 de enero de 2012

Y aquí estoy, esperando: solo, que alguien venga a golpear mi puerta.

El mundo no ha desaparecido como auguraban, a caso esta algo más caótico, y más patético.

Me decía, hace mucho, Ime, antes de dejarse ir, que el entorno; el lugar donde vives termina condicionándote, pero no sólo en la vida, sino –además- forjándote la esencia. Creí, por mucho tiempo que no era así, que uno puede con los lugares y termina venciéndolos, pero lamentablemente me tuve que resignar ante las evidencias.

Al fin de cuentas, estoy terminado tan ajado y desmejorado como este pueblo, con esa cuota de resentimiento y hastío que nos va ganando a todos, y que nadie quiere admitir.

No creo, o debería decir estoy convencido, que viva mucho más, y no es una sensación pesimista, sino de la más cruda realidad. Desde hace tiempo, siento síntomas dolorosos y permanentes en el cuerpo. Puntadas en el pecho, la garganta que se cierra, las piernas que pesan y se duermen.

Afuera, esta noche, el mundo explota. Y seguramente ellos se están llamando o mirándose a los ojos desde lo más profundo mientras las luces iluminan el cielo, se sirve sidra en vasos de plástico y yo miro desde una ventana que da a la nada como el mundo sigue su rumbo. Aún a pesar nuestro.

De un montón de escombros no se puede construir un edificio, lo aprendí tarde, y además lo aprendí mal. Como dice mi amiga Cecilia, tiendo a adjetivar demasiado las oraciones a buscarle ese otro costado a las cosas. Para ella un cuadrado es un cuadrado y no un cuadrado negro o con salientes puntiagueadas. Es sólo eso un simple cuadrado.

Como te decía, de un montón de escombros no se puede construir un edificio. Porque ya son ruinas, ya fueron parte de algo, y es muy difícil que sean parte de un todo nuevo, limpio, impoluto, sin manchas. A lo sumo podrán adornar algo, pero siempre remitirán a lo que fueron y no a lo que pretenden ser.

Porque ya esta en su esencia lo que han sido, y no lo que pueden ser.

Cuando uno les mira dice: mira como quedaron; y hasta ellos se convencen de lo que fueron, de que formaron parte de algo bello, de lo que jamás volverán a ser. Pero sigue en ellos la persistencia de haber sido parte esa forma.

Yo ya no puedo con lo que soy, para ser sincero. Y no digo en el exterior, ni tampoco en parte de mi profundidad. Digo en lo profundo de mi esencia, porque a fuerza de desventuras, de desafíos nuevos que me propone o me pone, mejor dicho, a cada paso la existencia –destino y vida están sobrevalorados- he dinamitado con paciencia, con un esmero de minero, cada reto que se ha puesto por delante. Y no es que haya salido triunfante.

Quien lo podría decir. Digo quien podría salir a gritar a los cuatro u ocho o a todas las variaciones ventosas que ha salido triunfante.

Sin en cada relación, en cada nuevo intento, dejas un poco de piel. Y no es que renazca como la de las serpientes. Por el contrario.

A principios de los 90, cuando el mundo no tenía límites, y aún cuando el país se asomaba de nuevo al abismo. Pensé, como cuando era chico, que aún podía arrasar con todo al alrededor, que no había fronteras.

Pero un día me desayune solo, en un pueblo perdido en el medio de la nada. Y un pueblo con mucho sabor a nada.

Y allí de nuevo, comencé el camino de la reconstrucción. Fue arduo ajetreado. Sin pausas, y con más excesos que paciencia. La cual a rigor, de verdad, nunca ha sido una de mis principales virtudes, de hecho si las hay.

La noche me lleva en sus entrañas negras, en sus alas oscuras a lo más profundo de sus márgenes.

Sabes, a veces, aún sigo soñando con el olor salvaje de tu piel. El perfume dulce de tu sexo mojado.

Pero el potro de la noche me aleja de vos. Me lleva a recorrer aquellos sitios donde anidan las miserias, mis propias miserias.

Despide un viejo, escupe, en una radio que no amo este lugar. Que hay odio en mí.

Y un par me disparan en la cara vos no queres a nadie. Será.

Entonces porque me no se me va el sabor a derrota cada vez que pienso en vos. Porque no puedo con estas paredes.

Hufff......hacia cuanto que no andaba por acá....digo por esta página en blanco, .que se va llenando lentamente de caracteres.
Es como mágico..Recuerdo cuando empecé a escribir en una vieja máquina de escribir.
Nunca te conté eso no?
En el comercial N 1, Republica del Perú, toma que nombre, colegio secundario al que yo iba allá lejos, digo no por el tiempo, sino por la distancia, en San Rafael, nos enseñaban mecanografía con un sistema espartano. Horas y horas metiéndole a unas viejas “Lexinton”, a las que les faltaba siempre alguna tecla de letra y te ensartabas el hierro agudo.

La sala era también bastante peculiar, dado que la escuela estaba en un edificio viejo y derruido que había sido antes una bodega. Así que, como te decía, la sala de máquinas estaba en los sótanos. Allí no sólo estaban las máquinas había una impresionante fauna: murciélagos, lauchas, y de vez en cuando, o casi siempre se cortaba la luz por lo que, además de los teclados, se escuchaban por ahí algún grito de las minitas que se asustaban. Era un lugar poco común y a la vez atractivo.
No se porque me acorde de ese lugar.
La verdad es que volver acá y leer cada mensaje tuyo es como volver o ir a una exposición de fotos. Creo que cada uno de ellos refleja un momento particular. Y es como entrar en el túnel del tiempo leer cada uno de ellos. Volver a ese momento. Con muchos de ellos me he quedado como decirte como azulejándome el corazón. O algo así, sería como que están pegados al pecho, que no se van a poder despegar nunca.
No se, hoy es uno de esos días que daría todo por hablar con vos, pero todos mis intentos han sido en vano. Digo hablar bien, desde la dulzura, con caricias de por medio, con besos de por medio, con sensaciones de por medio.
No es que haya pasado nada en particular tan sólo el sol, o el cielo o verte caminar....que se yo nada...me levante así con ganas de escucharte decirme gordo o algo dulce a los oídos....Pero también tengo una vaga idea de que es sólo una sensación…que como la vida todo transcurre, todo pasa.

Sin embargo a pesar de todo aun hay imágenes que no puedo borrar de mi cabeza o tal vez no quiero y las vuelvo a repasar.
Tu sonrisa, tu cara de felicidad al llegar al éxtasis...pero sin dudas la mejor de las últimas fue estar en la vereda, y vos tan brillante con ese lindo vestido y que llegaras y te sentaras al lado mío, bien juntos pegados y sentirte ahí, como si fuésemos uno solo….